jueves, 17 de noviembre de 2011

Palpalá: Continúa latente el peligro en las montañas de escorias


Luego de la muerte del joven Marcelo Sánchez, el predio se encuentra sin carteles que señalen el peligro al ingresar.


Pareciera ser que las medidas pertinentes para terminar con el peligro que significa las montañas de escorias ubicadas en el barrio Florida de Palpalá no fueron tomadas por las autoridades municipales ni por la Dirección Ambiental de la Provincia.

Luego de la muerte del joven Marcelo Sánchez, quien fuera consumido por el polvo de cíclope, se pretendía que los responsables tomaran cartas en el asunto y cerquen el predio con carteles que señalen el peligro que significa transitar por el lugar.

Solo palabras fueron las que se escucharon en boca de los funcionarios que, con bombos y platillos, anunciaron el cercamiento del predio. Hasta del día de la fecha nada de eso ocurrió ya que el sector se encuentra a cielo abierto y con la posibilidad de circular por el lugar sin la previa advertencia del peligro que encarna la zona.

Recordemos que Marcelo Sánchez no fue la única víctima consumida por la escoria; en aquella oportunidad un adolescente que concurría a la Escuela Agrotécnica “El Brete” aprovechó el bajo caudal del Rió Grande y decidió cortar camino con el lamentable resultado que al pasar por el lugar acechaba el peligro del polvo de cíclope.

Este, sin previo conocimiento, cayó en uno de los pozos convirtiéndose en la primera víctima de esta fatídica montaña de escoria. “Este no es el primer hecho, ya que existieron casos de otras personas que perdieron la vida, al igual que animales como perro, vacas, cabras y todo quien circule por la zona”, señaló un lugareño.

Según se pudo establecer, la combustión de los altos hornos del complejo acerero producía gas, el que era almacenado en el gasómetro y utilizado en distintos sectores de la planta fabril. Pero antes de llegar al gasómetro, este gas pasaba por una serie de filtros donde se separaba todo material grueso, en su mayoría carbonilla, para que únicamente el gas puro llegue al gasamotero.

Este residuo, que como expresamos en su mayoría era carbonilla, se depositaba en una tolva, la que al llenarse se cargaba en un vagón especialmente preparado para este tipo de transporte y se lo depositaba a orilla del Rió Grande.

Ese elemento, especialmente la carbonilla, produce autoignición, que en las épocas de intensa lluvia se apagaba el fuego de la superficie, pero todos los años de sequía el fuego comienza nuevamente a salir produciendo en la superficie la muerte de animales y en este caso, la de Marcelo Sánchez, de 23 años, quien cayera en esta trampa mortal.




Fuente: Periódico Lea

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