La Cámpora es el nombre de la agrupación juvenil peronista kirchnerista de la Argentina, fundada en 2003, que se identifica con la orientación política llevada adelante por Cristina Fernández de Kirchner.
La Cámpora organiza talleres de formación para defender la política mega minera del gobierno.
Apuntando a un encuentro de La Cámpora desde la organización elaboraron un texto destinado a surtir a sus bases de argumentos, titulado: “Marco teórico básico para taller sobre medioambiente y recursos naturales: Minería y desarrollo sustentable”.
“La idea es generar una formación argumentativa técnicamente valida sobre minería nacional para lograr discernir y refutar preceptos falsos mediante el análisis discursivo de la información mediática sobre el tema”. Así abre el texto, elaborado por Mariano Maich, integrante de La Cámpora en aquella provincia mesopotámica.
En principio y sin trazar distinción entre las diferentes formas u objetivos de extracción, el material parte de hacer una defensa de la minería como “la madre de todas las industrias” ya que a partir de ella “se inicia la cadena productiva de cualquier sector de la industria”. El texto reconoce que como consecuencia de “la legislación minera del menemismo en los años 90” el estado nacional “delega esta administración a las provincias, con sus marcos legislativos propios y controles y auditorias financieras y medioambientales” como “así también la capacidad directa de negociar entre cada provincia y las empresas mineras”
Al inicio de su argumentación más sustanciosa, Maich apunta a desmentir la, según él, errónea “creencia popular que indica que lastransnacionales vienen a llevarse todo” cuando en verdad “somos un país casi insignificante en producción mineral a nivel mundial”.
Volviendo sobre el origen extranjero de las firmas que llevan adelante los proyectos, el material mete el cuchillo sobre las falencias de la burguesía local y se lamenta porque los inversores y empresarios argentinos “no se caracterizan por apostar con riesgo”. Para explicarlo “en pocas palabras” asevera que estos “no quieren poner la tarasca, no quieren tomarse el trabajo de adquirir tecnología y el conocimiento científico adecuado” y que, por lo tanto “las compañías que se dedican a esta actividad son extranjeras y tienen el respaldo de capital y conocimiento necesario para hacer su trabajo”. “Sin ellas no podríamos extraer los recursos” concluye.
El informe se recuesta en la legislación minera de nuestro país, la cual “garantiza que esta tecnología y estas herramientas de ninguna manera deben contaminar el medioambiente” y abunda: “los departamentos de aguas de cada provincia deben aprobar (en base a estudios) que cupo le dan a cada emprendimiento minero”. “De no contar la zona con el recurso hídrico suficiente – aclara Maich - la empresa deberá traer el agua entubada desde un lugar en el que no afecte las distintas demandas previas o a futuro” aclarando además que “la inversión corre por cuenta de la empresa minera”.
Discurriendo específicamente sobre la minería aurífera y para rebatir aquellas opiniones “antimineras” que sostienen que el oro no es indispensable para la vida, Maich elige trazar una comparación. “El acero que produzca cualquier país – asegura - tiene relación directa con el uso de este en la fabricación de tanques de guerra de los países invasores como Estados Unidos. Seria estupido impedir la extracción de metal por este motivo”.
Respecto de la controversia en cuanto al uso de grandes cantidades de cianuro para extraer el oro, el texto hace una nueva apelación a lo jurídico, y establece que “existe un protocolo de manejo de cianuro a nivel internacional, el que emite una certificación similar a una norma ISO si la empresa que lo solicita responde a lo exigido” agregando el dato de que tanto Cerro Vanguardia como Veladero, ambos proyectos emplazados en Santa Cruz y San Juan respectivamente, han aprobado esa norma y poseen la certificación, así como “la aprobación de la ISO 14001 sobre cuidado del medioambiente”.
Tras afirmar que “para calcular la peligrosidad, para estandarizar los usos, su transporte y para todo lo demás se necesita de la ciencia” concluye que la ciencia “se desarrolló gracias a la minería”.
En términos de beneficios económicos para el país, sin detenerse en aspectos impositivos, el autor infiere que la minería deja. “unos 5000 millones de pesos de gastos en explosivos, reactivos, energía, combustibles, comestibles, insumos médicos y materiales varios”. “Es decir, consumo que incentiva las comunidades y economías locales o a nivel nacional”. Sumándole a ello los salarios “el total anual volcado a la economía nacional será del orden de 6000 millones de pesos” y augura que “para 2015 la producción minera global alcance un valor de 36000 millones, 100 % superior al de 2008, con lo que el gasto volcado a la economía local aumentará en igual magnitud”.
Yendo a lo laboral, el escrito de la La Cámpora enfatiza que “uno de los eslabones más relevantes de esta cadena es el capital humano”. Afirma que “las empresas mineras están “comprando” trabajo argentino y registrado, y esto es algo altamente positivo”.
Sobre el cierre el texto y retomando un concepto desarrollado por Arturo Jauretche, identifica los orígenes de la oposición a la minería: “¿Quién empezó? El mediopelo, lógicamente. El mediopelo actúa igual en todos lados: Le gusta el oro, pero no quiere minas. Le gusta el papel, pero no quiere papeleras cerca. Le gusta la electricidad, pero sin usinas. Adora los autos, pero odia el efecto invernadero. Es un grupo social habituado a disfrutar de la producción material de la sociedad, no a efectuarla. Ignora, teme y desprecia todo lo relativo al fenómeno de la producción material”.
El texto de formación detalla que lo “lógico y razonable” sería pedir “el control de las operaciones, la exigencia de que satisfagan estándares de higiene y seguridad” y finalmente, lanza una conclusión de tipo estratégica: “Recordemos que Sudamérica es un subcontinente muy rico en recursos naturales. Potencialmente hay que analizar la capacidad que esto nos da como ventajas para desarrollarnos. Y el cambio de relación de fuerzas que esto va a generar geopolíticamente. Un solo dato: El 80% del Litio mundial se encuentra entre Chile, Nuestro país y Bolivia. En 50 años se comienza a acabar el petróleo y este mineral es lo único que lo puede reemplazar actualmente en cuanto a autonomía de vehículos. Todavía no hemos comenzado a extraerlo”.
Fuente: Agencias de noticias
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