Los Trabajadores Autoconvocados de la Salud manifestaron toda su bronca e indignación, escrachando la sede del Sistema Provincial de Salud (SIPROSA) y la Casa de Gobierno con huevazos, naranjazos y graffitis, ante un gobierno autoritario que lejos de buscar una solución al conflicto, busca presionar a los Trabajadores con descuentos de hasta 20 días en sus boletas de sueldo.El conflicto entre los trabajadores de la salud y el Gobierno alcanzó un nuevo pico de tensión, luego de que el lunes se conocieran descuentos de hasta $ 1.200 a los autoconvocados por los días no trabajados. "Es una verdadera provocación descontarles a los trabajadores por una protesta salarial. Vamos a responder duramente", aseguró Sergio Amaya, delegado del Hospital de Leales. En la sede del organismo oficial intentaron entrevistarse con funcionarios del Siprosa, pero no lo lograron. Hubo huevazos y pintadas en la fachada, antes de dirigirse a la plaza Independencia.
Una vez allí, los manifestantes intentaron cercar el Palacio Gubernamental con una "sentada", pero el vallado y la presencia policial se los impidieron. Cada vez más exasperados, pidieron ser recibidos por el gobernador, José Alperovich, y por el ministro de Salud, Pablo Yedlin. Los policías que formaban el cerco a la Casa de Gobierno fueron los intermediarios entre los delegados y las autoridades. La respuesta fue negativa. Alperovich no los recibió y Yedlin, desde Buenos Aires, les pidió que soliciten una audiencia. La ira se desató.
En una recorrida por los centros asistenciales de la capital, se constató que las guardias de emergencia atendieron con normalidad, pero el quirófano del Hospital Padilla estuvo cerrado: sólo se practicaron las cirugías que llegaron por la guardia. Hubo asambleas en todos los hospitales, tres cortes de calles e interpelaciones a los directores de los hospitales por los descuentos en los sueldos. Hoy, en una asamblea interhospitalaria, los autoconvocados decidirán el futuro de la protesta, aunque anticiparon más medidas sorpresivas.
Una vez allí, los manifestantes intentaron cercar el Palacio Gubernamental con una "sentada", pero el vallado y la presencia policial se los impidieron. Cada vez más exasperados, pidieron ser recibidos por el gobernador, José Alperovich, y por el ministro de Salud, Pablo Yedlin. Los policías que formaban el cerco a la Casa de Gobierno fueron los intermediarios entre los delegados y las autoridades. La respuesta fue negativa. Alperovich no los recibió y Yedlin, desde Buenos Aires, les pidió que soliciten una audiencia. La ira se desató.
En una recorrida por los centros asistenciales de la capital, se constató que las guardias de emergencia atendieron con normalidad, pero el quirófano del Hospital Padilla estuvo cerrado: sólo se practicaron las cirugías que llegaron por la guardia. Hubo asambleas en todos los hospitales, tres cortes de calles e interpelaciones a los directores de los hospitales por los descuentos en los sueldos. Hoy, en una asamblea interhospitalaria, los autoconvocados decidirán el futuro de la protesta, aunque anticiparon más medidas sorpresivas.
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