En octubre de 2010, trabajadores tercerizados del Ferrocarril Roca, con apoyo de militantes de organizaciones sociales y políticas, intentaron realizar un corte de vías en reclamo de su reconocimiento como personal de planta y encuadramiento en el convenio ferroviario. Atacados por gente armada llevada al lugar por dirigentes de la Unión Ferroviaria, un joven militante del Partido Obrero fue cobardemente asesinado y otros militantes heridos, una de ellos de gravedad.
Algunas acciones llevadas a cabo por el oficialismo como consecuencia directa de los hechos narrados fueron la intervención del Ministerio de Trabajo para garantizar el pase de los subcontratados del Ferrocarril Roca a planta permanente, incluyendo la reincorporación de despedidos, y la reactivación de varios proyectos legislativos sobre regulación de los derechos de los trabajadores en similar situación (de reforma del actual art. 30 de la ley de contrato de trabajo).
Más allá de la rápida respuesta del Ministerio de Trabajo, en realidad la misma es apenas sí un intento de cerrar un conflicto en particular pero en modo alguno un paso hacia la solución integral de la situación precaria de decenas de miles de trabajadores subcontratados en todo el país. Solución integral que por otra parte está fuera de las posibilidades del ámbito ministerial, aunque es innegable que desde ahí se podría aportar hacia la misma con bastante más eficacia que la expuesta hasta ahora.
Es que ya desde hace varias décadas la fragmentación empresaria viene constituyendo, a la par de las nuevas formas de gestión del trabajo y de la expulsión del régimen de protección laboral de amplios sectores trabajadores identificados falsamente como “autónomos” o “cuentapropistas”, estrategia esencial al desarrollo del capital a nivel mundial.
Se trata de una estrategia masiva y globalizada del capital en la totalidad de las regiones y ante la cual las asociaciones sindicales (y políticas) han carecido hasta el momento de respuesta eficaz.
Esta estrategia se ha impuesto sin distinción y con similar profundidad en todos los países, desarrollados o dependientes, golpeando eficazmente en una de las debilidades históricas de los sindicatos a nivel internacional.
La política de fragmentar la situación laboral de la clase trabajadora como mecanismo de división y forma de dominación de la misma no es original sino que se puede decir que apareció ya en el período temprano de acumulación originaria del capital, pero distintas condiciones históricas (relacionadas especialmente con el acelerado avance tecnológico y la profundización del fenómeno de la denominada globalización del mercado) a la par de necesidades de respuesta a problemas de producción y a los reclamos de los trabajadores en el período de posguerra (especial-mente en la década del sesenta), le permitieron encontrar nuevas formas de instrumentación que fueron desarmando las respuestas ensayadas inicialmente por las asociaciones de trabajadores a nivel mundial.
Esta estrategia de división le permite al capital abaratar mano de obra, regular los reclamos laborales de unos y otros trabajadores y un fuerte disciplinamiento al interior de los lugares de trabajo.
Y es tan esencial al actual modelo de acumulación que difícilmente la resistencia a la misma pueda resultar realmente eficaz a nivel de un solo país. Y menos aún si esa resistencia no tiene sustento en los propios trabajadores, con un importante grado de conciencia y organización.
A su vez algunos fuertes sectores sindicales salieron a ejercer presión en un intento de fijar límites a la investigación y a la incorporación masiva de los contratados a la empresa que es titular de la concesión de este servicio ferroviario (Ugofe, en realidad una unión de empresas que recibió la adjudicación del mismo cuando fue separado por diversos incumplimientos el grupo económico dirigido por Taselli).
Otros agrupamientos gremiales (seccionales de la Unión Ferroviaria correspon-dientes a las líneas Sarmiento y Belgrano sur, Asociación Gremial de Trabajadores del Subterráneo y Premetro, varios sindicatos de la CTA y de la CGT, comisiones y cuerpos de delegados de distintos establecimientos) realizaron diferentes acciones de protesta por lo ocurrido y se unieron al reclamo de investigación y condena a los culpables, y varias organizaciones sociales y políticas llevaron a cabo marchas y actos en igual sentido.
La investigación judicial, llevada en principio con bastante eficacia, permitió comprobar que el bando de los atacantes estaba integrado por algunos dirigentes de la UF, varios de ellos de importancia y con subordinación directa a su secretario general Pedraza, delegados gremiales y otros trabajadores de la línea, y varios matones identificados como “barras bravas” de distintos clubes de fútbol de la zona .
Algunas acciones llevadas a cabo por el oficialismo como consecuencia directa de los hechos narrados fueron la intervención del Ministerio de Trabajo para garantizar el pase de los subcontratados del Ferrocarril Roca a planta permanente, incluyendo la reincorporación de despedidos, y la reactivación de varios proyectos legislativos sobre regulación de los derechos de los trabajadores en similar situación (de reforma del actual art. 30 de la ley de contrato de trabajo).
Más allá de la rápida respuesta del Ministerio de Trabajo, en realidad la misma es apenas sí un intento de cerrar un conflicto en particular pero en modo alguno un paso hacia la solución integral de la situación precaria de decenas de miles de trabajadores subcontratados en todo el país. Solución integral que por otra parte está fuera de las posibilidades del ámbito ministerial, aunque es innegable que desde ahí se podría aportar hacia la misma con bastante más eficacia que la expuesta hasta ahora.
Es que ya desde hace varias décadas la fragmentación empresaria viene constituyendo, a la par de las nuevas formas de gestión del trabajo y de la expulsión del régimen de protección laboral de amplios sectores trabajadores identificados falsamente como “autónomos” o “cuentapropistas”, estrategia esencial al desarrollo del capital a nivel mundial.
Se trata de una estrategia masiva y globalizada del capital en la totalidad de las regiones y ante la cual las asociaciones sindicales (y políticas) han carecido hasta el momento de respuesta eficaz.
Esta estrategia se ha impuesto sin distinción y con similar profundidad en todos los países, desarrollados o dependientes, golpeando eficazmente en una de las debilidades históricas de los sindicatos a nivel internacional.
La política de fragmentar la situación laboral de la clase trabajadora como mecanismo de división y forma de dominación de la misma no es original sino que se puede decir que apareció ya en el período temprano de acumulación originaria del capital, pero distintas condiciones históricas (relacionadas especialmente con el acelerado avance tecnológico y la profundización del fenómeno de la denominada globalización del mercado) a la par de necesidades de respuesta a problemas de producción y a los reclamos de los trabajadores en el período de posguerra (especial-mente en la década del sesenta), le permitieron encontrar nuevas formas de instrumentación que fueron desarmando las respuestas ensayadas inicialmente por las asociaciones de trabajadores a nivel mundial.
Esta estrategia de división le permite al capital abaratar mano de obra, regular los reclamos laborales de unos y otros trabajadores y un fuerte disciplinamiento al interior de los lugares de trabajo.
Y es tan esencial al actual modelo de acumulación que difícilmente la resistencia a la misma pueda resultar realmente eficaz a nivel de un solo país. Y menos aún si esa resistencia no tiene sustento en los propios trabajadores, con un importante grado de conciencia y organización.
A su vez algunos fuertes sectores sindicales salieron a ejercer presión en un intento de fijar límites a la investigación y a la incorporación masiva de los contratados a la empresa que es titular de la concesión de este servicio ferroviario (Ugofe, en realidad una unión de empresas que recibió la adjudicación del mismo cuando fue separado por diversos incumplimientos el grupo económico dirigido por Taselli).
Otros agrupamientos gremiales (seccionales de la Unión Ferroviaria correspon-dientes a las líneas Sarmiento y Belgrano sur, Asociación Gremial de Trabajadores del Subterráneo y Premetro, varios sindicatos de la CTA y de la CGT, comisiones y cuerpos de delegados de distintos establecimientos) realizaron diferentes acciones de protesta por lo ocurrido y se unieron al reclamo de investigación y condena a los culpables, y varias organizaciones sociales y políticas llevaron a cabo marchas y actos en igual sentido.
La investigación judicial, llevada en principio con bastante eficacia, permitió comprobar que el bando de los atacantes estaba integrado por algunos dirigentes de la UF, varios de ellos de importancia y con subordinación directa a su secretario general Pedraza, delegados gremiales y otros trabajadores de la línea, y varios matones identificados como “barras bravas” de distintos clubes de fútbol de la zona .
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