Horacio Càrdenas trabaja desde hace seis años en la Escuela 15 del Distrito Escolar 13. Se recibió de maestro en la Escuela Normal Nº4. Está realizando un excelente trabajo pedagógico y social, testimoniado en las producciones de sus alumnos, fotos y videos que nos hace llegar sistemáticamente. Lo que dice es un fiel reflejo de la realidad que vive a diario
Fecha: 9 de diciembre de 2010 22:02
Asunto: Sobre el Parque Indoamericano
“Hola a todos.
Con infinita rabia y profundo dolor quiero compartir algunas palabras sobre lo que está pasando a pocas cuadras de la escuela donde trabajo.
No puedo hacer análisis macro estructurales ni quiero despotricar contra el fascista infradotado, simplemente contar que allí están, bajo toldos deshilachados y tapados por los mosquitos y el fango, las familias de tres alumnas mías.
Melanie reaparece hoy en la escuela, después de una semana, y me cuenta que su mamá y su papá, costureros de 20 horas por día, decidieron ir por un pedazo de tierra porque ya no aguantan más pagar el alquiler de $800 por las dos míseras piezas del hacinamiento donde viven con sus 5 hijas en la Villa Cildáñez. Dice que el dueño les cobra además $10 por cada día que se atrasan en la renta.”Y encima dice que es cristiano”, sentencia. Mónica me cuenta que su madre resistió todas las tinieblas de la noche desde el viernes en la precaria carpa que se armó con sus manos de obrera. Ayer no durmió bajo la lona: se la prestó a otra madre que aguantaba el viento con su niña aferrada al pecho. Y hoy en la clase Mónica nos pregunta a todos, juro que textual: “yo no entiendo porqué la policía en vez de estar defendiendo a la gente se dedica a perseguir y matar a sus hermanos”.
Aylén ya no tiene miedo. Está acostumbrada porque los domingos recibe el amanecer en La Salada, contando las monedas que le dejó el fin de semana. Siempre callada, hoy se desviste las vergüenzas para explicarnos que no hay robo y sí necesidad.
Melisa cuenta que en esos terrenos del Parque hace años que hay olor a muerto. Suele ella encontrar algunos huesos y más de una vez tuvo que escapar del horror de los cadáveres. Varios dicen que sí: todos saben que allí descartan los fiambres chorros y yutas. Ese baldío, cementerio del fin del mundo, esel “espacio público” que los hipócritas dicen defender.
Kevin nos cuenta, casi entre lágrimas, que desde su terraza de la villa 20 quiso ver, pero no pudo: lo cegó el humo de la furia y la represión. Los demás escuchan, preguntan, comprenden porque viven igual. En medio de la intensa charla, Nicole se hace una pregunta sincera: “Yo no sé si esa es la manera de conseguir una casa”. Y Ariana impecable, vocera de muchos, comparte: “Yo tampoco sé si es la manera, pero lo que es seguro es que no lo hacen porque les gusta si no porque no les queda otra. ¿Qué harían ustedes si no tienen lugar donde vivir con sus familias?”. Y vuelvo a jurar que el parlamento es casi textual.
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